Ieri, 29 di agosto, ha fatto un mese dal giorno che ho detto "ciao" a la bella Firenze, doppo di 5 mesi e mezzo de esperienze che mai dimenticherò.
Fué en febrero de 2004, con 17 años, cuando desde Piazzale Michelangelo la ví por primera vez. Recuerdo el frío que hacía y también, que fué el único día durante aquel viaje acelerado por Italia, en el que el sol se dignó a salir. Ahora me parece curioso, la de vueltas que dá la vida... Si mientras sacaba esta foto, a aquella vista bonita pero carente de ningún significado, alguien se me hubiera acercado por la espalda y me hubiera susurrado al oído lo que en unos años esta ciudad significaría para mí... No lo hubiera creído.
Pero la vida siempre te sorprende...
Recuerdo los últimos días de mi erasmus en Firenze, 5 años y 5 meses después de la mañana en que hice esta foto. Días en los que cada pequeño paseo por la ciudad se convertía en una despedida personal. Las calles, las "piazzas", los olores... Todo parecía conocido y al mismo tiempo nuevo, como si todo el tiempo que había pasado allí solo me hubiera servido para conocer la ciudad de un modo superficial y de pronto los detalles y los matices de sus viejas paredes florecieran ante mis ojos.
Durante mucho tiempo pensé que para mi Firenze era la gente que me acompañó durante esos meses. Y así es. Pero me sorprendió descubrir en esos últimos días, cuando ya la mayoría de mis amigos se habían ido y la ciudad se veía vacía, que Firenze seguía siendo en gran parte Firenze...
Quizá porque en cada uno de sus lugares había muchos recuerdos en los que estaban todas aquellas personas...
Y en los que siempre estarán :)
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