jueves, 29 de julio de 2010

_Frena y observa_

¡¡Paren el mundo, que me quiero bajar!!


¿Tienes un segundo?

Un segundo en el que detenerte conmigo, en medio de toda esta vorágine, en mitad de toda la confusión, entre la gente que va y viene sin saber a dónde ni por qué.

¿Tienes un segundo para compartirlo conmigo?

Y mirar alrededor a todos aquellos que nos rodean, observándonos con caras de incredulidad y desdén, con la desaprobación impresa en cada arruga que asoma en sus rostros cansados...
Sólo porque tú y yo estamos parados cuando todos los demás caminan, corren o vuelan. Analizando la danza de la vida que se representa perpetua ante nuestros ojos, o quizás solo estemos tomando aire... En todo caso, seguimos un segundo más sin dejarnos arrastrar por la corriente en que los demás se han dejado perder, creyendo haberse encontrado. Hasta tal punto han interiorizado la pauta, que hace tiempo que han olvidado que se trata más de una imposición que de una decisión consciente. Nos rodea la locura colectiva disfrazada de razón, cuyas putas son el trabajo duro, la responsabilidad y la decencia, conductoras irremediables al éxito, cuya supuesta culminación, la "felicidad" (?), es eso que nos mantiene bailando, a pesar de nuestro ya más que incipiente atisbo de futura decepción.

Sólo entre tú y yo sobrevive ese pequeño universo privado en el que reinan la quietud y la capacidad (amenazada de extinción) de decidir. En tus ojos veo lo que los míos deben de estar reflejando: El miedo. Miedo a quedarme parada mientras todo gira y gira y gira en un remolino sin fin que amenaza con tragarme. Miedo a quedarme atrás, si es que eso es posible.
Pero, ¿es este un miedo propio, inherente a mi misma y a mis propios deseos? ¿O es un miedo impuesto por la sociedad y por lo que pienso que los demás esperan de mí?

Yo sé cuál es la respuesta...
Pero, ¿Lo sabes tú?

lunes, 26 de julio de 2010

_No lo sé_

En los últimos tiempos ando falta de inspiración para actualizar el blog. Supongo que tendrá mucho que ver con que estos últimos días hayan estado monopolizados por la necesidad de plantearme mi vida y milagros pasados, presentes y futuros. De pronto, me he encontrado a mí misma ante la encrucijada de tener que dar respuesta a esa pregunta a la que todos tememos no saber responder y encima tener que hacerlo a contrarreloj. La pregunta en cuestión es ¿Qué quiero hacer con mi vida? Y la respuesta que puedo dar por el momento es, precisamente, la que siempre se teme dar: Que no lo sé.